¿Cuándo fue que aprendimos Ética? Definitivamente no lo hicimos leyendo un libro, lo más probable es que haya sido a través del consejo y ejemplo de nuestros padres, maestros o de replicar acciones realizadas por personas que intervinieron en alguna etapa de nuestras vidas dejándonos un legado invalorable. Entendamos la ética como el modo de ser, el carácter, el comportamiento crítico que guía nuestras acciones, el cual nos impone ciertas normas y nos hace actuar con responsabilidad, logrando de esta manera, que descartemos lo que quebranta las normas de convivencia y el respeto por los demás.
Ahora, la ética en el aspecto profesional se encarga de los deberes y comportamiento de los profesionales en el desempeño de sus actividades. Enfoquémonos específicamente en la ética y la contabilidad, con esto no estoy diciendo que las demás profesiones están libres de polvo y paja, tampoco que no lo están, sin embargo, por hoy nos ocuparemos sólo de la profesión contable. Por todos es sabido que la contabilidad es una de las profesiones más requeridas, todas las empresas requieren profesionales en contabilidad, pero profesionales con ética y responsabilidad pública; es decir, para trabajar en una empresa, se les exige que cumplan ciertos principios de ética profesional. La pregunta que surge es ¿Por qué nos preocupamos de la ética del contador, cuando en realidad debimos preocuparnos mucho antes del niño, de la persona que se fue formando hasta ser un profesional? Es un vacío existente en todos los sistemas actuales. Lamentablemente, a estas alturas de la modernización, no existe un solo país que se pueda preciar de contar con ciudadanos 100% virtuosos, éticos y con principios sólidos. Si queremos entender el comportamiento no ético y su difusión hacia grupos, necesitamos entender que la mente de cada personas funciona de modo diferente, e internamente tenemos el deseo de comportarnos bien manteniendo nuestra ética y moral, pero al mismo tiempo también está el deseo de apoyar a las personas, con quienes nos identificamos, a veces haciendo lo incorrecto. Esta crisis de valores se debe eliminar de raíz, para ello debemos contar con el compromiso de quienes están en condiciones de dirigir, enrumbar y protagonizar el cambio.
Ya con las cartas sobre la mesa y conscientes de la realidad que nos envuelve, una nueva pregunta surge ¿Podemos ciegamente confiar en que los contadores harán uso de sus principios morales y éticos en el desempeño de su profesión? Lamentablemente la respuesta la inferimos de lo descrito arriba. Y es por eso que instituciones como los colegios profesionales han emitido legislaciones y normas cuyo fin primordial es regular y vigilar el correcto ejercicio de las funciones de profesionales colegiados. Estas normas nos van a permitir dirigir la conducta ética de los profesionales y, al mismo tiempo truncar actitudes indeseadas que intenten restar mérito a la profesión del contador. Es con este fin que existe El Código de Ética Profesional del Contador Público, el cual, siendo más que un conjunto de normas de comportamiento, permite orientar el ejercicio profesional hacia el progreso personal y bienestar social. Dicho código nos menciona entre otras cosas, los principios fundamentales de la ética profesional, como son:
· Integridad, que no es más que la práctica de la justicia y honestidad en su labores
· Objetividad, actuar sin favoritismos, sin intereses, con independencia
· Competencia profesional, el contador debe poseer alto nivel de conocimientos para brindar un servicio competente
· Confidencialidad o secreto profesional, la información que el contador dispone no debe divulgarse a terceros a menos que exista una obligación legal. Lo mismo aplica para cuando se pretende beneficiar divulgando información privada. Se puede consultar criterios profesionales, pero en ningún caso proporcionar datos.
· Comportamiento profesional, deben cumplirse religiosamente las leyes y reglamentos y rechazar aquello que atente contra el desprestigio de la profesión.
Asimismo, se han definido lineamientos en cuanto al alcance del campo profesional, estableciéndose que puede realizarse en relación de dependencia o en forma independiente, en cuyo caso, no debe impartirse opiniones acerca de información financiera que no se haya practicado o no se maneje a cabalidad. También se menciona en el código de ética, cómo proceder en cuanto a la retribución económica anuncio de servicios profesionales, en donde se expresa que dicho acuerdo debe ir en relación con la importancia del trabajo a realizar, la responsabilidad y otras variables a tomar en cuenta, siempre y cuando la negociación no resulte perjudicial para la dignidad profesional, debiéndose en todo caso, tomar como base los aranceles aprobados por su colegio regional.
Otro punto importante es el relacionado a las infracciones del código de ética y sanciones, donde claramente se especifica que el contador es el responsable de sus actos, y que las sanciones que se le impongan estarán proporcionalmente vinculadas con la gravedad de la infracción cometida. La sanción puede ir desde una amonestación verbal, amonestación escrita, suspensión temporal de la profesión, hasta la expulsión y cancelación definitiva de la matrícula en su respectivo colegio. Existen motivos causantes de descrédito de la profesión, tales como encubrir un hecho, ocasionando resultados errados, omisión de datos importantes en los informes, negligencia en la presentación de informes financieros, omitir normas y procedimientos contables, falsedad de datos financieros para esquivar penalidades o impuestos.
Asimismo, la independencia de criterio juega un rol clave, pues es necesario la mayor objetividad e imparcialidad en los informes y dictámenes. No existe independencia de criterio cuando el contador es pariente en cualquier grado de un funcionario de la entidad. Tampoco hay independencia de criterio cuando se realiza la labor de auditor independiente y, a la vez, se tiene vínculos con la entidad que le solicita los servicios.
Con respecto al anuncio de servicios profesionales, el contador está habilitado para ofrecer sus servicios de forma seria y decorosa en periódicos, revistas, vía medios electrónicos u otros dispositivos de comunicación. No se permite usar el logo, siglas o símbolos de los colegios públicos u otras instituciones. Se infringe la ética profesional cuando se envía currículos o cartas de presentación ofreciendo sus servicios, cuando éstos no fueron requeridos.
Les copiamos el decálogo del contador (tomado de monografías.com), con el cual se intenta orientar las conductas y actitudes ante determinadas situaciones:
· Amar la Contabilidad sobre todas las otras profesiones
· No firmar con su matrícula en vano
· Bendecir el 1º de marzo día del contador
· Honrar a profesores y compañeros por sus experiencias compartidas
· Evolucionar a las empresas
· No aceptar contratos impuros
· No evadir impuestos pero si eludirlos
· No juzgar a los colegas o auxiliares
· Utilizar el sentido común
· No codiciar los clientes ajenos
Una reflexión final: el buen ejercicio de la contabilidad no se debe fundamentar en el mero hecho de cumplir la norma, sino en el fruto de una reflexión consciente y convencida. Obedecer la norma porque simplemente así lo establece el estatuto, destina a que el contador se convierta en una especie de títere, privándolo de lo más preciado que poseen los seres humanos: la capacidad de raciocinio, reflexión y pensamiento. El contador debe esforzarse para que su desempeño destaque por su formación profesional, por su experiencia laboral y demostrando un conocimiento íntegro que le permita, por qué no, incursionar en áreas gerenciales de una institución, con la capacidad y responsabilidad que los verdaderos profesionales de contabilidad llevan bordado en el alma.